jueves, 14 de mayo de 2015

ADAGIO CUÁNTICO 2: "LA FÍSICA CUÁNTICA Y LO QUE PARECE SER, PERO QUE NO ES" por Carlos G. Hernández R.

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ADAGIO CUÁNTICO 2:

LA FÍSICA CUÁNTICA Y LO QUE PARECE SER, PERO QUE NO ES

por Carlos G. Hernández R.

(a) Elmor Zillón Blanco

El escribidor que vino de la oscuridad


La Física Cuántica, o Mecánica Cuántica, estudia el comportamiento de la materia cuando las dimensiones de ésta son tan pequeñas que empiezan a notarse extraños efectos como la imposibilidad de conocer con exactitud la posición de una partícula y su velocidad, sin afectar a la propia partícula.
Los principios básicos de la Física Cuántica son fundamentalmente dos: El primero es que las partículas intercambian energía en múltiplos enteros de una cantidad muy pequeña de energía, que recibe el nombre de quantum. El segundo principio es que la posición teórica de una partícula subatómica está definida por una función probabilística, es decir que aquella no es una certeza, sino más bien, una posibilidad.
La Mecánica Cuántica surgió en la primera mitad del siglo XX en respuesta a algunos problemas que no podían ser resueltos por los principios de la Física Clásica, que comenzaba a perder credibilidad. No es casual que la Mecánica Cuántica se haya desarrollado de forma más o menos paralela a la teoría de la relatividad, que también  enfrenta algunos de los principios fundamentales de la Física Clásica.
Hasta el siglo XX se creía que la energía era emitida, propagada y absorbida de forma continua e infinita. Fue Max Planck quien por primera vez planteó que la energía radiada de un cuerpo negro no era continua sino discreta. Es decir que la energía se propaga y absorbe en cantidades mínimas, o cuantos de energía, de allí el nombre de quantum. También se le conoce como “paquete de energía”. Este descubrimiento ocurrió en forma conjunta a uno de los hallazgos más importantes de las ciencias Físicas: la dualidad onda-partícula, que demostró que la luz y la materia pueden poseer propiedades de partícula tanto como propiedades ondulatorias. Los descubrimientos físicos han llevado a la paradoja de que la materia no está formada por nada material. Todos los componentes iniciales que conforman la materia son ondas inasibles de energía, no localizadas exactamente en ninguna parte y que funcionan más parecidas a ondas probabilísticas o a estados de información. Nada sólido.
Dentro de las leyes del universo cuántico, las leyes que rigen los componentes de las partículas más pequeñas de la materia, que como ya hemos dicho, son componentes paradójicamente no materiales, son distintas a las leyes que rigen los cuerpos macroscópicos. Existiendo, en este campo, una extraña condición que genera un fuerte desafío a nuestro sentido común. Condición que lleva a la ruptura de sólidos paradigmas, en los cuales siempre hemos creído. Esta condición o ley cuántica, se denomina “superposición cuántica”. Ésta es  una característica que es inherente a todo lo que existe en nuestro universo y que consiste en que nada existe de manera definida, clara o precisa. Nada es lo que parece. Todo lo que existe se encuentra en un estado de probabilidad de, y además, de existir de diversas maneras. Parece mística o magia, pero no lo es, es ciencia cuántica pura. Lo que nos parece más sólido y real, solo lo es  cuando una “conciencia” entra en contacto con el “sistema” y hace que se produzca un colapso de onda, lo cual le da las características de existencia, a nivel de materia, a todo aquello que habitualmente  percibimos. Es la unión de la “conciencia perceptora” con el estado nebuloso de superposición cuántica, lo que genera aquello que llamamos realidad.
Pero existe una nueva complicación en todo esto: cuando decimos que el estado de superposición cuántico es una característica o ley que es inherente a todo lo que existe en el universo, estamos diciendo que también nuestros cerebros se encuentran en ese estado de superposición cuántica indefinido, insustancial, nebuloso. ¿Cómo puede, entonces, de ese montón de carne sin existencia material precisa, surgir la conciencia que a su vez produce el colapso de onda que genera la llamada realidad? He aquí una de las grandes preguntas a la que se enfrenta la ciencia en la actualidad
Nadie tiene una respuesta para esto. Sin embargo, se puede afirmar que existe una Conciencia Absoluta que permea y sirve de sustrato a todo el universo, y que es esa  Conciencia Absoluta, que en perfecto dominio de todas las infinitas posibilidades que tiene de manifestarse, encierra un universo, nuestro universo, donde seres con la condición particular de poseer una conciencia individual y única, existen y son co-creadores de ese universo donde existen. Nuestra diminuta conciencia no sería otra cosa, sino un destello ínfimo de la Conciencia Absoluta que le da origen, semejante en condición, pero infinitamente lejana en intensidad o tamaño. Conciencia diminuta, en efecto, pero que como la ola, no es otra cosa que una manifestación del océano inmenso.
En última instancia, lo único que existe es la Conciencia Absoluta, la cual puede manifestarse de infinitas maneras, una de ellas es nuestro universo y nosotros mismos dentro de él. Somos, como todo lo que existe, emanación o manifestación de esa Conciencia Única, y el proceso de evolución no es otra cosa que el camino de regreso a unirnos, a fundirnos con nuestra verdadera realidad, la Conciencia Absoluta o Conciencia Universal; de la que siempre hemos sido parte y de la que nunca podremos dejar de ser, sepámoslo o no. Somos como olas marinas que, además de una manifestación, formamos parte consciente de una unidad indisoluble, que es el océano todo. De tal forma, que así como la ola marina no se explica sin la presencia del océano, así tampoco nosotros nos explicamos sin la Conciencia Universal
Los avances de la teoría cuántica han permitido las aplicaciones en distintos ámbitos como la electrónica (transistores, microprocesadores y componentes electrónicos), en la Física de nuevos materiales, (semiconductores y superconductores), en la Física de altas energías, en la criptografía y la computación cuánticas, y en la Cosmología teórica del Universo temprano. En medicina la teoría cuántica es utilizada en campos tan diversos como la cirugía láser, o la exploración radiológica.
En trabajos anteriores, hablamos de paradigmas y lo extremadamente difícil que  resulta su modificación. A modo de ejemplo, y a la vez como un dato curioso, veamos lo siguiente: según el segundo principio de la Mecánica Cuántica, es posible que, por ejemplo, al patear una pelota de fútbol, la elevemos hasta la estratosfera o más allá. ¿Por qué? Porque, por muy pequeña que sea esta posibilidad, existe una remota probabilidad de que esto realmente suceda. ¿Qué esa posibilidad sea casi cero? ¡Es correcto! Sabemos que sería sumamente difícil que enviáramos la pelota hasta la estratosfera. Pero, ¿sería imposible? ¡No! ¡Ya que la propiedad fundamental de la materia está dada por una simple probabilidad de existencia! La materia no es; sólo tiene tendencia a ser. Este criterio también se puede aplicar a los humanos y afirmar que no somos nada más que un resultado en particular, de entre las múltiples probabilidades de existencia. ¿Podríamos viajar el próximo año a la Luna? ¡Por supuesto que sí! Sería algo sumamente difícil que ocurriera, ¡más no imposible!
Como un segundo ejemplo de necesidad de cambiar nuestros paradigmas, veamos el siguiente caso: ¿De qué color es una rosa roja?   Medite su respuesta, por favor.
Esta no es una pregunta capciosa, ni nada por el estilo. La pregunta tiene como objetivo, precisamente, romper un paradigma. Como hemos visto antes, intentar romper un paradigma no es cosa sencilla. Nos rondan por todas partes y forman la base de todas nuestras creencias; sobre todo, de las más profundamente arraigadas en nuestra mente.
En efecto, una rosa roja… ¡no es roja! Los humanos la vemos roja, que no es lo mismo, ni se escribe de igual manera. Para comenzar ¿qué es rojo? Intentaremos explicar un complejo fenómeno en palabras sencillas:
Los objetos absorben y reflejan la luz solar de forma distinta, dependiendo de sus características físicas, como su forma, composición química, estructura molecular, etc. El color que percibimos en un objeto, es la parte de la radiación solar que incide sobre el cuerpo y que éste refleja. Todo cuerpo absorbe unas radiaciones al tiempo que refleja otras. Es decir, un cuerpo blanco se caracteriza porque refleja todas las longitudes de ondas de la luz provenientes del sol. Un cuerpo negro, por el contrario, absorberá todas las longitudes de onda que componen la luz solar. Nosotros captamos esos “rebotes” de las diferentes longitudes de onda, por medio de los ojos gracias a su estructura. Si los rayos de luz atraviesan al objeto, éste se hace invisible. Es decir, traslúcido, entonces eso nos indica que los rayos de luz de las diferentes longitudes de onda, han sido refractados, en otras palabras, han atravesado el objeto sin ser ni absorbidos ni reflejados.
Las células sensoriales de la retina (fotorreceptores) que reaccionan de forma distinta a la luz y los colores, reciben el nombre de bastones y conos respectivamente. Los bastones se activan en la oscuridad, y sólo permiten distinguir el negro, el blanco y los distintos grises. Nos permiten percibir el contraste. Los conos, en cambio funcionan de día y en ambientes iluminados, y hacen posible la visión en los colores. En realidad hay tres tipos de conos; uno especialmente sensible a la luz roja, otro a la luz verde y un tercero, a la luz azul (RGB). Cada Cono está conectado individualmente con el centro visual del cerebro por medio del nervio óptico. La combinación de estos tres colores: rojo, verde y azul es suficiente como para ver unos 20 millones de colores distintos. Así por ejemplo el naranja es amarillo con un poco de rojo y el violeta rojo con un poco de azul. Es en el cerebro donde se lleva a cabo esta interpretación.
Los daltónicos no distinguen bien los colores por fallo de los genes encargados de producir los pigmentos de los conos. Así, dependiendo del pigmento defectuoso, la persona confundirá unos colores u otros. Por ejemplo si el pigmento defectuoso es el del rojo, el individuo no distinguirá el rojo ni sus combinaciones. También puede darse el daltonismo por falta de un tipo de cono, teniendo así solo dos.
Si queremos una explicación un poco más detallada del asunto, aquí les va: el color rojo es el resultado del contacto de una determinada frecuencia de onda (incolora) con algunas células de la retina humana, en las cuales se encuentra una molécula particular en nuestra especie, la Rodopsina, la cual se rompe al contactar con esa específica frecuencia de onda. Al romperse, se produce un potencial de acción, o descarga eléctrica, que viaja por el nervio óptico, pasa la cintilla óptica dentro del cerebro y de allí llega a la Cisura Calcarina en el Lóbulo Occipital, generando una inversión del potencial eléctrico de membrana de algunas células con los cambios iónicos de sodio (Na), potasio (k), Calcio (Ca) y otros. Eso “se siente” como “rojo”. Cualquier cambio en el proceso, alterará el resultado, si no hay rodopsina sino otro componente químico por ejemplo, o si en vez de tres tipos de conos hay uno o cuatro, lo que se percibe, cambiará.
Por ejemplo, sabemos que los perros no ven el rojo ni el verde, por lo tanto una rosa roja para un perro estará dentro de algún matiz de lo que los humanos llamamos amarillo o en algún tono de gris. Una gran parte de lo que los humanos vemos como verde, es claramente blanco para perros y gatos. Un prado de flores rojas es visto por las abejas con un nítido color negro, pues no ven el rojo como los humanos. Los pulpos y tiburones al igual que los mapaches o las salamandras no pueden ver color alguno.
Un inmenso árbol que cae en medio del bosque y nadie lo escucha, ¿hace ruido al caer? Sin un aparato auditivo, no existe la cosa que conocemos como “ruido”. Igualmente, no sabemos, ni podremos saber nunca, de qué color es la rosa roja, de hecho no existe tal cosa como “rojo” más allá de la unión de una onda incolora interactuando con un cerebro humano vivo. La pregunta en sí misma es una pregunta mal hecha.
Nuestro cerebro procesa el mundo de “ahí” fuera de una determinada manera, limitado por las características que nos son inherentes como seres humanos. En sentido estricto, la flor roja, no es roja, la vemos roja los humanos. Y a eso lo llamamos realidad. Construimos nuestro universo personal y creemos que en realidad es así. Un inmenso universo sin colores y totalmente silencioso, es lo más aproximado a lo que realmente está fuera de nuestra manera de percibir. Esto podría darnos miedo, o hacernos pensar que perdemos algo al trascender el pensar y el percibir, pero realmente es al revés, solamente que es inefable. No es posible describirlo con palabras, lo que más se le podría parecer es una profundísima sensación de alegría o un estado de amor o enamoramiento intenso y profundo.
Cuando pensamos en estas cosas y nuestra mente se sumerge en el espacio entre los pensamientos, nos percatamos de una extraordinaria sensación de plena llenura vacía, de una intensidad no imaginada en nuestro cotidiano funcionamiento mental. Potencialidad absoluta, más allá de los sentidos y del pensamiento discursivo. Realidad, Realidad Verdadera, que nos deja atónitos, repletos de la llenura vacía que se logra al trascender los límites del pensar y del limitado percibir de los sentidos, nuestros sentidos.
Y hablando de vacíos, el término “vacío” es, sin dudas, un término de gran complejidad, cuyo significado puede ser analizado tanto desde un punto de vista completamente científico y empírico, así como también desde un punto de vista social y psicológico. En lo que respecta a su definición específica, el vacío es la falta absoluta de materia, aquél espacio en el cual no existe nada, ningún ser vivo ni tampoco materia muerta. En el planeta, los lugares físicamente vacíos son muy difíciles de encontrar aunque la sensación de vacío puede ser generada recurriendo a determinados mecanismos. Como podemos ver, de nuevo se presenta el carácter relativo de las cosas.
El vacío físico y natural, tiene que ver, entonces, con la falta de materia. Esto quiere decir que no puede existir ni agua, ni tierra, ni fuego, ni aire en el espacio dado. En términos científicos, el único lugar en el cual estas condiciones de completo vacío han sido encontradas es, justamente, el espacio exterior inmediato que rodea a la Tierra y al cual se llega luego de cruzar la atmósfera terrestre. Allí, la absoluta falta de materia genera condiciones completamente diferentes a las que estamos acostumbrados aquí en nuestro planeta.
Sin embargo, el vacío físico también puede entenderse como los espacios en los que no hay aire a pesar de haber otra materia. Tal es el caso de los productos envasados al vacío. Muchas otras situaciones y circunstancias también denominadas de “vacío” existen con el fin de analizar, comprobar u obtener determinados resultados.
Pero tal como dijimos al principio, el vacío no es sólo un fenómeno físico o natural. En muchos casos, el término vacío es utilizado para hacer referencia a estados emocionales o psicológicos de las personas. Sentir el vacío emocional, profesional, laboral o de cualquier tipo, significa que el individuo en cuestión, aunque se encuentre rodeado de gente por todas partes, no encuentra el sostén del cual agarrarse y se siente, por tanto, perdido en el día a día de la sociedad en la que vive. Es como si sintiera la ausencia de aquello que otras personas poseen con facilidad. Esta penosa y dolorosa situación es muy característica de las sociedades actuales, en las cuales la vorágine de la vida cotidiana, el stress, la falta de verdadera comunicación, el individualismo y el materialismo, la ausencia de metas u objetivos, el desamor, son rasgos que contribuyen a hacernos sentir vacíos de esencia en determinados momentos de nuestra vida.
Tampoco es posible colocar un trozo de horizonte o del arco iris sobre la mesa de estudio, pero pueden describirse las formulaciones matemáticas que dan lugar a estos fenómenos. Sólo es una cuestión de conocimientos, nada más.  Y en última instancia, de información. Por otro lado, aceptamos que ciertos objetos tienen existencia física independientemente de nuestra capacidad de observación. Por ejemplo, la Tierra existía antes de que apareciera la vida inteligente sobre ella, pero el horizonte, es algo que sólo tiene sentido para un observador
La Física contemporánea se funda básicamente en dos teorías principales, la teoría de la relatividad general y la Mecánica Cuántica, aunque ambas teorías parecen contradecirse mutuamente. Los postulados que definen la teoría de la relatividad de Einstein y la teoría detrás de la Física Cuántica están incuestionablemente apoyados por rigurosa y repetida evidencia empírica. Sin embargo, ambas se resisten, por el momento, a ser incorporadas dentro de un mismo modelo coherente. De nuevo, otro ejemplo de la relatividad de las cosas. Lo dicho: ¡Nada es lo que parece!


Referencias:
http://www.definicionabc.com/general/vacio.php
http://artevisa.blogspot.com/2010/01/por-que-vemos-los-objetos-de.html
http://www.mantra.com.ar/contmanifestacionesenergeticas/queeslafisicacuantica.html

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