¿LOS PADRES Y EL PROBLEMA EDUCATIVO ACTUAL EN VENEZUELA?
Bueno, aquí estoy otra vez. Tratando de escribir algo lógico, interesante y coherente y que de alguna manera sirva para algo o para alguien. Con su permiso, les hablaré un poco de mí. O mejor dicho, de lo que me está ocurriendo en los últimos tiempos en mi trabajo como docente. Estas líneas son inspiradas en la necesidad imperiosa de hablarles a mis actuales alumnos y en general a todos los jóvenes venezolanos que andan en la búsqueda de su destino o de su proyecto de vida
Comenzaré por el hecho cierto que en los dos últimos años, me propuse ser el mejor docente del colegio donde trabajo. (Note que no digo “de mi colegio”). Y me impuse un trabajo fuerte y sostenido en aras de lograr una formación buena, eficiente y de alta calidad en mis alumnos. Y como enseño una asignatura de ciencias fácticas, me empeñé como nunca en actualizarme desde el punto de vista técnico y científico. Busqué, analicé y reestructuré información científica y técnica que creí era necesaria y conveniente para mis alumnos y se las hice llegar aprovechando las ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación; esperando que alguno de mis alumnos mostrara un mínimo interés en la información transmitida. ¡Vana esperanza! Se dio el caso, que pasaban varias semanas de publicada una información y los alumnos aún no habían hecho la primera consulta o aclaratoria acerca del material recibido. Al momento de discutir el material, menos del 50% de los alumnos había leído algo del material en cuestión. Aún hoy día, este hecho es una realidad en nuestro plantel, o al menos en los cursos que atiendo. Soy yo quien debía y aún debo hacer referencia al material publicado en la esperanza de que los muchachos se animaran a revisarlo. Sólo una fracción muy pequeña de mis alumnos se molesta en tratar de analizar la información aportada. También incluí en esta transferencia de información, mensajes formativos y espirituales atendiendo a la parte humana de mis discípulos. Creé páginas de comunicación en la red para atender con prontitud las necesidades académicas de mis alumnos y siempre estaba presto a responder a cualquier cosa que se les ofreciera. Una vez, y aunque nadie lo crea, hace casi un año atendí quejas y consultas un 24 de Diciembre en la mañana. Aún en esta circunstancia, respondí con prontitud y con gusto a las demandas de mis alumnos. ¿Era lógico mi proceder al atender esas solicitudes en ese momento? Tal vez, allí comenzaron a fallar mi sueño y mis deseos.
Alarmado y hasta angustiado por la situación de deterioro sostenido, y cada vez más acentuado, de nuestro sistema educativo y viviendo y padeciendo la alarmante baja preparación desde todo punto de vista de los alumnos que llegan a mis manos, me empeñé en un trabajo fuerte y agotador para tratar de remediar en algo la deficiente preparación académica, la desidia, el desinterés y el poco estímulo al logro y al esfuerzo que presenta un gran porcentaje de los actuales alumnos de la institución donde laboro. Esto pasaba por mantener, o, si era posible, aumentar el nivel de exigencia en mi asignatura. Debido al bajo nivel académico de las últimas camadas de alumnos que llegan a mis manos, lo segundo no fue posible por lo que tuve que conformarme con lo primero: mantener, al menos, el nivel de exigencia en mis clases.
He tratado, con afán, que mis alumnos respondan exitosamente a cuestiones elementales, básicas, casi rutinarias. Las mismas cuestiones a la que respondían con relativo éxito los alumnos del mismo plantel hace 4, 5, ó más años atrás. Mismas cuestiones que respondían con abundantes éxitos alumnos de hace 10 ó más años atrás. Alumnos aquellos que sembraron en la mayoría de sus Profesores una sensación de orgullo y de alegría porque veíamos reflejados en ellos, el éxito de nuestro trabajo. Guardo en mi corazón y en mis recuerdos un montón de nombres de tales muchachos. Muchos de ellos me enseñaron cosas y hasta llegaron a sembrar en mi persona un sentimiento de admiración por su calidad como alumnos y sobre todo, como personas. Y por favor, le ruego a mis escasos lectores que no me vengan con el cuento mediocre de que “todo tiempo pasado fue mejor” Eso sólo sirve para tratar de justificar la mediocridad.
Pero, todo este esfuerzo se estrellaría contra un muro invisible, pero casi palpable del escaso interés del alumnado actual por lo que llamamos su propio “Proyecto de Vida”. Un alumnado cada vez más acostumbrado al facilismo y a la sobreprotección a la que lo han ido acostumbrando las actuales tendencias educativas del estado venezolano. Este sistema educativo, orientado en unas premisas desfasadas con la realidad mundial y de espalda a los intereses nacionales actuales, promueve una educación donde el estímulo al logro, la superación personal y la recompensa al esfuerzo propio, brillan por su ausencia. Un sistema educativo en el cual, un Ministro de Educación de turno declara en algún momento que “la educación no debe servir como un medio de ascenso social” está irremediablemente condenado al fracaso. Un sistema educativo que cuenta con la indiferencia y desinterés, y hasta con la “complicidad” consciente o inconsciente del PADRE o REPRESENTANTE quien traslada al docente y a La Escuela, el mayor peso de la formación y preparación de su hijo o representado olvidando el irrefutable hecho de que “LA EDUCACIÓN COMIENZA EN CASA”
Como afirma Alejandro Dolima en sus apuntes sobre “El Aprendizaje”:…. “En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: "....”haga el bachillerato en 6 meses”,….” vuélvase perito mercantil en 3 semanas”,….. “avívese de golpe en 5 días”,……” alcance el doctorado en 10 minutos....."
“Quizá se supriman algunos... detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 5 en la universidad. Y eso a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas, o enamorando chicas en los pasillos de la Universidad o simplemente disfrutando algunos de los placeres de la vida, ME DEDIQUÉ DE LLENO A MI CARRERA UNIVERSITARIA”….. “Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios”.
¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres de este país desde hace algunos años. Las carreras cortas y los cursillos tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Como afirma el mismo Dolima, “todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido”. “La ignorancia es demasiado castigo para quienes por falta de oportunidades, tenían que laborar mientras uno estudiaba”. “Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y su sacrificio y el que no quiera afrontarlo es un carroñero de la vida”. Soy un convencido y así lo manifiesto públicamente, que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda. Debería sincerarse ante la vida y ante sus padres y dedicarse a otra cosa que verdaderamente llene sus expectativas de vida.
Así las cosas, pienso y siento que las últimas promociones de alumnos de bachillerato y en especial los actuales alumnos que están por egresar de educación media no son otra cosa sino una buena expresión de la pobre calidad del sistema educativo venezolano: alumnos pre universitarios que no saben leer; que escriben muy mal; alumnos que, en su mayoría, son absolutamente incapaces de redactar una idea; sin capacidad de elaborar abstracciones; totalmente incapaces de analizar una situación dada y menos establecer relaciones y/o conclusiones acertadas y aún menos competentes a la hora de evaluar tal o cual situación; para resumir: alumnos casi incapaces de seguir unas instrucciones escritas por muy elementales que sean no son precisamente motivo para sentir ningún tipo de orgullo a nadie.
Ahora bien: ante este triste panorama, ¿debemos concluir que el estudiantado de nuestro plantel es menos competente que los anteriores estudiantes de su mismo nivel? ¿Debemos concluir que nuestros estudiantes no están estructuralmente capacitados para ser alumnos exitosos, creativos, críticos y sobre todo, pensantes? ¿Debemos creer que ahora no existen alumnos capaces de “corregirle la plana” a alguno de nosotros, los docentes? ¿Ese tipo de alumnos es una especie en extinción? ¡Nada más lejos de la realidad! El año pasado tuve el privilegio de trabajar con un grupo de alumnos casi especiales. Un grupo de alumnos muy competentes e inteligentes. Un grupo de alumnos que, en un momento dado pudieron haber asumido las clases de mi materia si yo hubiese tenido la necesidad de ausentarme del plantel. Y estoy convencido de que lo más probable, es que hubiesen mantenido un buen nivel académico. Lo malo es que este grupo de jóvenes no llegó a representar más de un 20% de la totalidad de mis alumnos en ese momento.
Nuestros estudiantes, en su mayoría, tienen un inmenso potencial intelectual. Tienen un nivel de inteligencia y una capacidad cognitiva y cognoscitiva equiparable al de los estudiantes del mismo nivel de otros países más desarrollados que el nuestro. Sólo que entre la política educativa oficial imperante en Venezuela; la deficiente preparación académica e intelectual que presentan un alto número de docentes venezolanos; la aplicación de filosofías educativas desconectadas de la realidad nacional y mundial y la no comprensión de la verdadera situación de la educación venezolana por parte de muchos padres y representantes, aunado todo esto a los nuevos valores sociales transmitidos por los medios de comunicación de masas, oficiales y privados, y hasta por la misma sociedad venezolana, hemos logrado una generación de estudiantes mediocres, mal preparados, memorísticos y repetitivos; sin incentivación al logro y al esfuerzo, incluso, creo que hasta sin una verdadera motivación y que no son otra cosa que el producto de nuestras propias incompetencias. Esta es la generación de estudiantes que está ingresando a las universidades nacionales; las cuales a su vez, han visto disminuir su excelencia educativa. Lo más alarmante aún: ¡Ésta es nuestra generación de relevo!
Por supuesto, como es de esperarse en toda actividad humana, se cometen errores: en ocasiones hieres o lastimas a un joven alumno con tu rudeza o cuando le hablas en tono firme. Esto no significa que quiera justificar tal o cual comportamiento que derive en –o que pueda verse como- un maltrato verbal consciente o inconsciente en contra de nuestros alumnos. Nada más lejos de mi intención. Lo que me gustaría es que se comprenda la situación y todo lo que lleva implícito una actividad de enseñanza-aprendizaje con gente inexperta y con escaso interés en sus estudios. ¿Cómo evitar estas situaciones tan volátiles? ¿Vale la pena seguir desgastando tu salud mental y tu equilibrio emocional sólo para que tus alumnos aprendan y adquieran un valioso entrenamiento? ¿No es mejor asumir una posición más cómoda y más tranquila y entonces realizar las actividades educativas con carácter demostrativo solamente? ¿Debemos realizar las actividades pedagógicas con carácter demostrativo donde el docente demuestre sus habilidades y sólo él trabaje mientras los alumnos se convierten en meros espectadores en vez de participantes y hacedores como ha sido hasta ahora? Así, habría menos problemas ya que se elimina la tensión y el stress del trabajo educativo. Ya no se tendría que inducir nuevas conductas científicas en alumnos que optan al título de “Bachiller en Ciencias”; ni llamarle la atención a algún alumno que cometa algún error o imprudencia; ni correr el riesgo de maltratar a nuestros alumnos. Los alumnos no tendrían necesidad de aprender nada. ¿Así todos seríamos más felices? ¿Es esta la solución?
Si a este estado de cosas le agregamos que por un motivo u otro, un número significativo de docentes del plantel donde laboro han optado por dejarse llevar por la corriente y han asumido un papel permisivo y facilista con sus alumnos; entonces ya podemos imaginarnos el producto de esta lamentable situación. Muchos de mis compañeros docentes, la mayoría muy calificados y competentes, quizá para evitarse problemas y/o desagradables ratos con los padres y representantes y hasta con las autoridades del plantel, o tal vez cansados y hastiados de la situación aquí planteada, hemos inventado y promovido una serie de nuevas técnicas evaluativas: Pruebas en parejas y hasta en tríos; Pruebas en parejas y a libro abierto; Pruebas con “propuestas de exámenes elaboradas por los mismos alumnos”; etc. En este punto debemos incluir las respectivas repeticiones de pruebas aplicando las mismas “técnicas” y sin dejar de mencionar el hecho irrefutable de que la mayoría de las veces se aplican, en “las repeticiones” las mismas pruebas originales y los resultados obtenidos no distan muchos de los resultados iniciales.
Tales “técnicas”, en su estado y filosofía más pura, tal vez sean convenientes y avanzadas; pero dados los resultados a la vista, dudo mucho de sus virtudes, si es que tienen alguna. Todavía estoy por enterarme si ha habido alguna protesta de algún padre o representante exigiendo que la evaluación académica sea aplicada siguiendo los parámetros normales o al menos pidiendo explicación sobre las “virtudes” de estas nuevas formas de evaluación. Tengo la impresión de que, para la mayoría de los padres y/o representantes, lo que importa es que su hijo o representado apruebe la asignatura o el curso. Sólo se cuestiona a aquellos docentes donde se presentan “problemas de rendimiento” o de “índice de reprobados”.
También, y esto hay que decirlo con responsabilidad, por lo general se buscan excusas – no las verdaderas razones académicas- para lograr los fines propuestos: que el estudiante apruebe, como sea, la asignatura en cuestión o el curso respectivo. Por otro lado, es triste y patético constatar el comportamiento de algunos alumnos durante las pruebas académicas. Si a manera de chiste, o de humor negro, establecemos alguna relación entre los métodos de copiarse en una prueba por parte de alumnos de años atrás y los actuales estudiantes de ahora, veremos que hasta en eso, éstos últimos llevan las de perder. Algunos de mis actuales alumnos se copian hasta con descaro e impudicia e incluso con muchas torpezas. Cuando aplico alguna prueba en los cursos que atiendo, les digo a mis alumnos que yo no soy policía; que los únicos que necesitan que los vigilen y los cuiden son los delincuentes. A unos cuantos de ellos esto le resbala y se copian como si tal cosa fuera lo más natural del mundo. ¡Qué tristeza! Y pensar que en ocasiones tienes quejas en tu contra por parte de tales alumnos y sus representantes. Peor te sientes cuando la directiva del plantel, quizás por temor al actual estado de inseguridad jurídica existente en nuestro país y para evitarse problemas, oye o presta oídos a tales quejas cuando jamás se han molestado en realizar ni siquiera una supervisión a tu trabajo como docente y sólo cuenta con referencias de terceras personas.
Para rematar, y es lo más grave aún, tenemos que lidiar con frecuencia con el papel sobreprotector que han asumido un alto porcentaje de padres y representantes. Este, a mi entender, debería ser el punto clave a atacar a la hora de tratar de romper el círculo vicioso que está “alienando” –para emplear un término muy común en la jerga comunista o socialista, muy de moda por estos lares patrios- o “deformando” académicamente a nuestros estudiantes. Sin querer herir susceptibilidades ni entrar en polémicas con nadie, hay que señalar que muchos padres actuales han perdido el sentido de ser padres y se comportan, tal vez sin darse cuenta de ello, no como padres sino como “amigo” o “compañero” de su hijo. Avalando y hasta justificando sin mayor análisis ciertas conductas y/o resultados académicos de sus hijos o representados. ¿Cuántas veces he oído en boca de representantes decir la frase: “Mire Profesor, lo que pasa es que a mi hijo no le “entra” tal o cual materia”? Incluso en su “justificación” llegan al extremo de sugerir que su hijo es incompetente y que al final de cuentas, el joven o la joven no va a estudiar su asignatura sino Diseño Gráfico, o Gastronomía o Administración de Empresas en la Universidad; por lo que no aprobarle tal o cual asignatura es el mayor sin sentido de la historia y hasta una injusticia para con el muchacho en cuestión. ¿Acaso no se dan cuenta de semejante barbaridad? ¿Es que son incapaces de percibir el daño que le están infringiendo a su propio hijo o representado? Con este criterio y con este pobre comportamiento convierten lo que puede ser un DIAMANTE de altos kilates en una simple piedra de bisutería. En este punto no puedo evitar pensar en una imagen ya común en el quehacer diario de la actual escuela: Antes, hasta hace pocos años, el alumno debía justificar ante el maestro y delante de sus padres su mal rendimiento académico. Ahora, como si fuéramos un país de comiquitas, es el maestro quien debe explicar a los padres el porqué de las bajas calificaciones escolares obtenidas por el alumno, quien siempre lleva las de ganar.
Aceptemos que los tiempos cambian; aceptemos que se deben buscar nuevas orientaciones que superen viejos y anticuados paradigmas; aceptemos que es necesario un cambio en el sistema educativo que mejore la calidad de nuestros alumnos. Pero, cambiar para mejorar es una cosa y otra muy diferente es disminuir la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje en aras de cumplir con los supuestos preceptos de una nueva filosofía política. Los papeles se han invertido. ¿Acaso una nueva escala de valores se perfila en el horizonte? Para rematar: si a todo esto le sumamos mis propios errores e imperfecciones como docente y como persona, entonces, me pregunto: ¿Qué será de la vida académica en un futuro a corto y mediano plazo de nuestros estudiantes?...... ¿Cómo puedo ayudarlos?........ ¿Será que estoy equivocado?...... ¿Será que estoy desconectado de la nueva realidad social venezolana?..... ¿Será que ya es hora de dejar ser necio y buscar nuevos derroteros?..... ¡Qué desagradable es sentirse parte de una sociedad de cómplices!
¿Cómo resolver esta situación tan delicada que presenta la educación venezolana? Hay 5 factores que inciden en el desarrollo educativo de nuestro país:
1.- El Estado Venezolano como garante y promotor del derecho de todo venezolano de recibir una educación cónsona con los preceptos establecidos en nuestra Constitución Nacional. Como sabemos, este concepto de ESTADO VENEZOLANO, ha venido siendo cambiado poco a poco; y en forma ilegal, se ha confundido de facto con el concepto de Gobierno Nacional. En consecuencia, para desgracia de nuestro país, las necesidades políticas del gobierno de turno son tomadas, sin ningún tipo de consenso, como necesidades del ESTADO VENEZOLANO con las terribles consecuencias que esto acarrea. Ya todos conocemos el futuro que los actuales dirigentes visualizan para nuestra nación.
2.- La sociedad venezolana que es la más interesada en que su educación marche por los caminos que conllevan a la mejora y fortalecimiento continuo de esa misma sociedad, pareciera ver con indiferencia el rumbo que el actual gobierno nacional, en nombre del Estado Venezolano le está imprimiendo a la educación de los niños y jóvenes de nuestro país. Este sentido de mejoras, de adelantos, sólo es posible en una sociedad avanzada con claro sentido de lo que se quiere y cuál es el camino a seguir. Pienso y siento que este sentido adecuado y correcto de concebir la sociedad, aún no existen en un alto porcentaje de la población venezolana. Pienso que los que están llamados a marcar pautas al país, los que están obligados a señalarle el rumbo al pueblo venezolano (presentes y pasados) han hecho un triste y pobre trabajo. ¡¡Están reprobados!! Sin embargo, una fracción importante de la sociedad venezolana da muestra de estar consciente hacia dónde nos dirigimos como país, pero su trabajo, o mejor dicho, su lucha, no es, lamentablemente, acompañada ni apoyada por la gran mayoría de los venezolanos
3.- La escuela debe ser, en común acuerdo con los diversos actores sociales, un factor de cambio. Pero un factor de cambios positivos, hacia adelante, futurista y en aras del bien estar, el bien ser y el bien tener. Cuando se quiere politizar la educación, cuando se busca ideologizar la educación, pues, lo que se logra es comprometer gravemente el destino de nuestro país
4.- El personal docente debe ser sometido a constantes cursos de mejoramiento profesional. Debe ser reactualizado científica y pedagógicamente. No conozco la calidad académica de los actuales “Maestros Integrales” que está promoviendo el gobierno nacional y con los cuales está sustituyendo a un alto número de veteranos y avezados docentes. Pero desde lejos, y analizando la posibilidad de que aquellos pueden trabajar en cualquier área, aunado al hecho de que egresan con apenas tres años de estudios superiores en “universidades” de dudosa solvencia académica e intelectual, ya podemos imaginarnos su nivel de preparación académica, científica y pedagógica. ¿Así se progresa? Así se busca el despegue económico y social de nuestro país? ¿Será que al gobierno nacional sólo le interesa estratégicamente formar un personal mediocre en todas las áreas del conocimiento cuya baja calidad profesional le obligue a buscar empleo exclusivamente en el sector oficial y así asegurarse una camada de electores venezolanos que le apoyan únicamente para conservar su puesto de trabajo?
5.- Por último, el factor por donde creo debe ser atacado este grave problema, si queremos rescatar o impedir el hundimiento definitivo de nuestro país, son “LOS PADRES Y/O REPRESENTANTES”. Este, con mucho, es el factor crítico del problema por ser el elemento más sensible; el que debe, en última instancia, decidir el destino de sus hijos y representados mientras estén bajo su responsabilidad o tutela. Para eso, hago un llamado a que los Padres y Representantes se involucren de veras en el hecho educativo. ¡Pero de veras! La Escuela comienza en nuestras casas. Si una persona deja la responsabilidad educativa y formativa de sus hijos solamente a la acción de los docentes, está forjando un estudiante mediocre y mal preparado, además de pobremente competitivo. El Padre debe dejar de ser el “amigo o compañero” de su hijo y retomar el verdadero papel de “PADRE”, CON TODAS SUS CONSECUENCIAS E IMPLICACIONES. ¡Si esto no ocurre, nuestro país camina rápidamente al precipicio!
¡¡Como imagino que un “PADRE” sabe de qué estoy hablando, doy por terminado el presente trabajo!!
Esta situación es preocupante, pero lo cierto es que ya no se le puede decir a alguien "Estudia para que seas alguien en la vida" o "si quieres vivir bien, con comodidades y algunos lujos, debes estudiar" porque en la actualidad se ha demostrado que eso ya no se cumple, Es más "rentable" ser taxista o buhonero que ser abogado o médico, y ni hablar de las "palancas" que se pueda tener con gente que trabaja para el gobierno, esos si son personas que "viven bien y tienen comodidades y MUCHOS lujos" aunque no necesariamente sean "alguien en la vida".
ResponderEliminarCon tales demostraciones, ¿quién necesita exforzarse e sus estudios? si se pueden conseguir de manera fácil las cosas.
Es triste pero cierto...
Además, cuando fui estudiante (no hace muchos años atrás) mis profesores solían decirnos "Este es el peor curso que he tenido en toda mi vida" pero he visto peores que el mío en estos últimos años. El deterioro a todo nivel salta a la vista.
De cualquier forma, es satisfactorio saber que uno es "competente, útil, altamente productivo e inteligente" y si los demás no valoran ni aprovechan lo que tú eres o haces, ese será su problema. Me enorgullece ser hija de una persona tan competente, inteligente y útil como tú. Encuentra la satisfacción en hacer con dedicación lo que a ti te corresponde sin esperar nada a cambio. Es gratificante ver que tu trabajo ha sido bien realizado y si en alguno de tus alumnos ves reflejadas tus enseñanzas tómalo como "Premio sorpresa a tu excelencia" porque hace mucho que dejó de ser su deber como estudiante.