martes, 23 de octubre de 2012

DESVENTURAS DE UN REPUBLICANO / HISTORIA NOVELADA DE UN PAÍS DEL TERCER MUNDO




DESVENTURAS DE UN REPUBLICANO

HISTORIA NOVELADA DE UN PAÍS DEL TERCER MUNDO

Puente sobre el Río Orinoco


CAPÍTULO 1





CAPITULO 1

—Entonces  –Tató continúa con la lectura del cuento–, el gran conquistador Alejandro Magno convoca a Pérdicas, uno de sus más valientes generales y gran amigo suyo, quien…. de pronto, el perro interrumpe su narración. Un bullicio, al principio lejano, se acerca rápidamente al sitio donde Tató Perezoso, con clasificación decaTAR, narra una de las interesantes anécdotas de la vida de Alejandro El Grande a su pequeña nieta, la perrita Tina, de escasos diez años de edad. El anciano perro, con poco más de 60 años a cuestas y la chiquilla perruna se miran a la cara, sorprendidos. Luego, extrañados, se levantan de sus asientos y curiosos, se asoman a la ventana que da a la calle y observan el inusual espectáculo. Por la calle se acercan, caminando con paso rápido, una gran cantidad de animales vestidos con ropas coloradas gritando vivas y consignas a favor del zorro Tufo Pavosoel Chabestia, quien gobierna Agua Grande desde hace quince años.


— ¡Ni parlanchín ni tarambano!, ¡Guacamole es nuestro hermano! ¡Que viva el zorro Chabestia! ¡Que viva nuestro soberano!
— ¡Ni parlanchín ni tarambano!, ¡Guacamole es nuestro hermano! ¡Que viva el zorro Chabestia! ¡Que viva nuestro soberano!, gritan con todas sus fuerzas los manifestantes, sudorosos, y con sus rostros enrojecidos por el sol. El estribillo es repetido una y otra vez, incansablemente por los entusiasmados simpatizantes del gobernante Tufo Chabestia
La multicolor caravana de animales que participan en la manifestación de apoyo al zorro Guacamole parece no tener fin. Ya ha transcurrido casi media hora desde que la cabecera de la marcha había desembocado en la esquina y aún seguían pasando los marchistas por el frente de la vivienda donde los miraban Tató y su nieta. Los simpatizantes de Chabestia cantan y bailan al son del mismo estribillo que es repetido una y otra vez, de forma interminable, aderezado con insultos y burlas contra aquellos que no apoyan a su candidato, el actual gobernante, el zorro Chabestia. Tartanas, carruajes, carretas y carromatos, adornados con banderas coloradas y profusamente cubiertas con imágenes de Chabestia, acompañan a los manifestantes. Llevan instalados grandes y potentes altavoces  por donde salen  estentóreos, los  mensajes políticos del gobernante Tufo Pavosoel Chabestia
— ¡Uf! ¡Qué cantidad de animales!, ladra, admirada, la perrita.
— ¡Nunca antes había visto tan gran cantidad de animales juntos! –insiste la chiquilla– ¡Qué barbaridad!
La perrita se inclina un poco más en el balcón de la vivienda para tratar de mirar hasta dónde llegan las filas que forman los animales que, alegres y alebrestados asisten a la manifestación convocada en apoyo al mandatario en funciones quien aspira a la quinta reelección consecutiva.
Tina, asombrada, pregunta:
— ¿Abuelito, cuántas animales hay allí?
El perro Tató, responde preocupado:
— ¡No lo sé, querida mía! ¡No lo sé! Pero aparentemente en nuestra selva hay bastantes animales que apoyan al monarca
— ¿De dónde vienen tantos animales? ¿Todos ellos viven en nuestra ciudad?
Ahora el perro Tató observa con cuidado y preocupación la riada de animales, que gritan consignas apoyando al zorro Guacamole. Por la calle pasan un gran número de perros, algunos elefantes, tigres, lobos, leones, monos, cerdos, sabandijas, pájaros de todas las clases y otras especies de animales más. La mayoría de ellos bailan y danzan al son de la música que a gran volumen brotan de los altoparlantes. El escándalo armado es de altos quilates. Fácilmente se observa que la mayor cantidad de animales presentes, es decir, las especies que conforman la verdadera fuerza de la manifestación en apoyo a Tufo Chabestia, las constituyen los monos, ratas, ratones, lagartijas, serpientes y una gran cantidad de sabandijas de todo tipo que se caracterizan por el hecho de desplazarse arrastrándose por el suelo, o con el cuerpo muy cerca de la tierra.
— ¡Abuelo!, exclama la joven perrita
—Dime, querida
— ¡No respondiste mi pregunta!
—Perdón cariño, me distraje ¿Qué me preguntaste?
— ¿Qué si todos esos animales que están en esa demostración viven en nuestra ciudad? ¡Porqué yo no conozco a ninguno de ellos!
El anciano perro observa cuidadosamente las caras de los animales que pasan frente a su vivienda, durante unos instantes. Luego, apartándose de la ventana retorna al sillón que ocupaba antes de la interrupción y comienza a hablar lentamente:
—En realidad no estoy muy seguro. Pero creo que la gran mayoría de esos animales no viven en nuestra ciudad. Tengo entendido que el gobierno los trae desde sitios aledaños a la ciudad y a veces desde sitios bastantes alejados de nuestra capital, para hacer ver a la opinión pública que ellos son mayoría y que el zorro Chabestia va a continuar siendo el rey de Agua Grande, porque supuestamente así lo quieren la mayoría de nuestros compatriotas animales. Tal vez por eso es que no reconoces a nadie. Sin embargo yo he reconocido algunos pocos. He visto algunos perros, monos, gorilas, leones y otras animales que sí son vecinos de nuestra comarca. Tal vez haya muy pocos de nuestros vecinos, pero estoy convencido de que debe haber uno que otro conocido   nuestro.
La perrita mira fijamente la cara del anciano perro y acariciándole la pata, pregunta con sumo cariño:
— ¿Y eso que estamos viendo es muy malo?
— ¿Por qué preguntas eso?
Porque tienes cara de preocupación y hace unos minutos atrás estabas muy contento y tranquilo. Ahora ya no hay alegría en tu cara. A juzgar por tu rostro, se puede ver que eso no te gusta para nada.
— ¡Pierde cuidado! Quédate tranquila. No me hagas caso ni te imagines cosas raras. Anda, vete a jugar o dedícate a tus deberes de la escuela. Luego, cuando no haya mucho ruido, seguimos con la lectura de la historia. ¿Te parece?
Un rato después, el perrito Truco, nieto de Tató, entusiasmado, ingresa a la casa desde la calle y ladra en voz alta:
— ¡Uf! ¡Jamás había visto tantos animales juntos en mi vida! ¡Guao! ¡Qué cantidad de animales! ¡Qué bueno sería estar en esa marcha con tantos animales!
Tina, intrigada, pregunta:
— ¿Qué tiene de bueno estar en esa manifestación?
— ¡Que te pagan y también te dan comida de gratis! ¡Además regalan gorras y franelas coloradas a los animales que asisten a la marcha! –responde con presteza el pequeño perro–. Y agrega:
—También reparten bebidas y si quieres también te dan bastante licor para que bebas.
— ¿Cómo sabes que dan licor? Pregunta el perro Tató:
—Porque yo los vi con botellas de licor en las manos. Casi todos los monos y los  ratones,  las sabandijas y las lagartijas machos y algunas hembras, estaban bebiendo cervezas y aguardiente. Incluso uno de esos ratones, al que le faltaban los dientes delanteros, le lanzó una lata de cerveza a Pipiolo, un perrito amigo mío, de la calle de atrás y casi lo golpea en la cabeza.
— ¿Y eso por qué?, pregunta molesta la pequeña Tina
—Porque mi amigo estaba burlándose  de ellos gritándoles: ¡borrachos!, ¡borrachos!
— ¡Pero son unos inconscientes! ¿Cómo pueden hacer algo como eso? –pregunta, preocupada la perrita.
— ¿De verdad que estaban bebidos? ¿Quién les suministraba el licor? –pregunta Tató de nuevo,
— ¡Sí! Yo mismo vi cuando un mono abría unas cajas que guardaban en una carreta con techo y sacaba unas botellas de licor y se las entregaba a algunos de los animales de la marcha. Estos las abrían y bebían directamente de la botella y luego se la pasaban a otros animales.
— ¡Esas son las consecuencias de la ingesta de licor en algunos animales que en ocasiones se comportan como verdaderos humanos! –interviene Tató.
—Abuelo, ¿es cierto que a ellos les pagan por asistir a esas marchas? Pregunta Tina preocupada.
— ¡Sí! ¡Sí les pagan! –responde el infantil perro.
— ¡No afirmes nada que no te conste!, le amonesta el anciano perro.
— ¡Pero sí es verdad! –protesta el chiquillo–. ¡Yo mismo vi cuando les pagaban a algunos de ellos!, ladra Truco.
— ¿Cómo es eso de que viste que les estaban pagando a algunos de esos animales?
—Porque yo estaba parado en la esquina de abajo cuando vi que tres grandes monos le reclamaron a un gorila que les entregara el dinero para pagarles a los animales que ellos habían trasladados. Los tres monos y el gorila se arrinconaron en una esquina y luego el gorila le entregó un fajo de billetes y unos cambures a cada mono y luego se marcharon tranquilamente cada uno por su lado. El gorila estaba acompañado de dos toros muy grandes. Como me dio curiosidad, seguí a uno de los monos que recibieron dinero y observé cuando éste se juntó con un grupo de ratas, ratones y sabandijas que traían una gran pancarta con una gigantesca fotografía de Guacamole y gritaban mucho y decían algo que yo no entendí y vi cuando les repartió dinero a todos ellos. Como le sobró dinero, el mono se lo metió en el bolsillo y se puso a gritar como un loco.
   Preocupado, el perro Tató, pregunta:
— ¿Ellos no se percataron de que tú estabas observando la operación?
— ¡No, qué va! ¡Para nada! Esos monos no le quitaban los ojos a los billetes. Tenían los ojos abiertos como platos
— ¿Y los otros dos, los  toros, que estaban acompañando al gorila, tampoco se fijaron en ti?
—Bueno, esos dos me miraron poniendo cara de enojados, pero tampoco me prestaron mucha atención.
—Deberías tener más cuidado y no estar averiguando cosas que no te conciernen. Eso que hiciste hoy es una imprudencia. Recuerda que “la curiosidad mató al gato”, advierte Tató.
   El perrito Truco, con cara seria, pregunta:
— ¿Qué significa imprudencia?
Inmediatamente Tina, adelantándose a su abuelo responde:
—Un animal imprudente es aquel que hace cosas que ponen en riesgo su propia integridad o la de los demás ¿Entendiste? ¡Así que deja de hacer cosas de las que puedas salir lastimado o meterte en problemas!
   El perrito, al oír la explicación de su hermana, da media vuelta y se dirige al rincón de la estancia donde le esperan sus juguetes de plomo. De pronto, se vira nuevamente y se encara con la perrita, al tiempo que exclama: 
— ¡A mí nadie me lastimará, pues yo no dejaré que nadie me lastime!
Y adoptando la actitud de perro fiero, gruñe
— ¡Grrr! ¡Grrr!
— ¡Ay qué miedo!, se burla Tina.
La marcha de los que apoyaban al zorro Chabestia continuaba su camino. Casi una hora después de su paso, una gran cantidad de basura, así como latas de cerveza y botellas de licor, vacías, adornaban las calles por donde habían pasado los manifestantes que apoyan a Chabestia. Las fachadas de la mayoría de las casas y establecimientos comerciales quedaron marcadas con pintas y letreros alusivos al carácter bienhechor y bondadoso del gobernante en funciones y candidato a la reelección.
En la entrada del edificio donde vivían Tató y su familia, la perra Choco Méndez, con clasificación HectoTAR, miembro principal de la asociación de vecinos, está a punto de llorar de impotencia al observar, consternada, las deplorables condiciones en que había quedado la fachada de su  edificio después del paso de la marcha de los simpatizantes de Guacamole.  Pintas, grafitis, letreros y hasta vulgaridades  lucían las blancas paredes que sólo unos días atrás, habían sido remodeladas a un costo bastante elevado. Hasta botellas de licor vacías habían sido lanzadas al interior del pequeño jardín de la residencia. Choco se sentía disgustada y frustrada al mismo tiempo: disgustada por los daños que los manifestantes habían ocasionado al patrimonio de los residentes del edificio y frustrada porque había visto, entre los colorados manifestantes, a su Tía Lela y a Pimpina, la hija de ésta, quienes había pasado frente a su residencia y ni siquiera había llamado a la puerta para saludarla. La perra no podía evitar preguntarse a sí misma:
— ¿Por qué mi tía y mi prima no quisieron venir a mi casa a saludarme, si pasaron por el mero frente de mi vivienda? ¿Acaso no habrán querido saludarme por el solo hecho de que no apoyo a Guacamole? –Se pregunta Choco–.  Ahora, la experta en estadísticas sentía una desagradable desazón en el cuerpo.


CAPÍTULO 2


—Tras una extenuante jornada de trabajo, el perro Tató regresa agotado a su hogar. En la puerta lo reciben su leal y fiel compañera Principessa, quien había regresado temprano de su trabajo como Gerente de Insumos Médicos en una reconocida clínica privada de la ciudad, y su nieta Tina, quien abrazándole, dice:
—Abuelito, veo que hoy tienes reunión y quería pedirte si puedo quedarme a presenciar sus discusiones. Te prometo no interrumpir ni hacer ruido, ¿sí?
Tató mira a su esposa quien sonriendo se encoge de hombros. El anciano perro se despoja de su chaqueta y deja su maletín y sus libros sobre el aparador. Luego, responde a su nieta con una pregunta:
— ¿Por qué querrías presenciar nuestras aburridas discusiones y nuestros, en ocasiones, interminables debates?
— ¡A veces no son tan aburridos!  Por el contrario, creo que son interesantes. ¡Y a mí me gustan! ¡Yo voy a estudiar para política!
— ¿No crees que sería mejor que invirtieras tu tiempo en otras cosas más acorde con tu edad como pintar, hacer tus deberes, ayudar a la abuela o a tu madre con las cosas de la casa?
   Principessa, su esposa, acude sonriendo al rescate de su nieta y declara:
—No creo que moleste a nadie si ella está presente en la reunión en silencio y sin llamar la atención. En cuanto se aburra, ¡y creo que lo haría muy pronto!, abandonará la sala y no ha pasado nada.
—Bueno, está bien. Les avisaré si no hay objeciones a la presencia de Tina en la reunión. Pero en silencio, ¿eh? 
La perrita asiente con la cabeza y moviendo la colita se dispone a terminar de ingerir su merienda.  Un rato después, el ambiente en la sala se nota bastante tenso.
—Pero, ¿Por qué no estás de acuerdo con las propuestas presentadas en este proyecto educativo? –pregunta un tanto impaciente, el loro Rocco del Pozo, economista, con categoría decaTAR.
— ¡No puedo estar de acuerdo con esas propuestas porque no representan una real alternativa a los grandes males de la educación nacional!  Ese proyecto, en  el fondo no hace más que apuntalar los actuales lineamientos de este caótico y malhadado gobierno. Pienso que sin una verdadera diversificación de la educación, acorde con nuestras necesidades actuales y de las que nos  sobrevendrán a corto, mediano y largo plazo, nuestra selva nunca saldrá del atraso en que nos encontramos después que hemos pasado los últimos 20 años perdidos en el limbo; donde lo poco que habíamos logrado avanzar se ha perdido lamentablemente gracias a la desafortunada gestión del actual gobierno.
—Pero ocurre que el gobierno ha venido fundando supuestas Escuelas Superiores, que de Superiores sólo tienen el nombre, en todo el territorio nacional y ese hecho le ha aportado mucho apoyo popular; por lo tanto debemos contrarrestar esos efectos, –plantea alguien en la sala.
— ¿Para qué necesitamos fundar un montón de Escuelas Superiores si los animales que están llegando a ellas a duras penas saben leer y escribir? ¿Para qué seguir fundando institutos superiores para producir graduandos en dos o en tres años que egresan como Inspectores Especialistas Fiscalizadores de las Salidas y Puestas del Sol?
Después de una breve pausa, Tató prosigue su disertación:
—Todos conocemos muy bien cuál es la meta de Chabestia y sus adláteres: su único objetivo, de cara a la opinión pública, es que la Sociedad Internacional de Animales afirme que somos la selva con mayor número de animales con educación superior y que hemos logrado erradicar el analfabetismo. Mientras que los verdaderos objetivos del gobierno, los que no se atreven a confesar públicamente, están enmarcados en  su actual política educativa que no persigue el desarrollo individual de nuestros animales y por ende de nuestra sociedad, sino que por el contrario, bajo el manto de un obsoleto y desfasado socialismo, está orientada a forjar animales incompetentes e inútiles que sólo hallarán en el Estado el único ente dispuesto a emplearlos como trabajadores, con las consabidas consecuencias de tener animales amordazados y esclavizados a su servicio. De continuar por el camino en que estamos embarcados, lo que nos deparará el futuro es para echarnos a llorar de tristeza y desesperanza.
Tató hace una breve pausa y mira a las caras de los presentes. En la sala se respira un ambiente de frustración y pesimismo. Luego, el perro prosigue ladrando.
—Debemos tener muy claro que Guacamole no da puntada sin hilo. Nadie sabe a dónde nos quiere llevar el bendito zorro. Hoy se dice demócrata, mañana afirma que es socialista, luego afirma que su doctrina es nueva y única en la historia, a veces muestra rasgos de ser comunista, y así sucesivamente. De lo único que podemos estar seguros con ese astuto zorro es que marcha a paso de vencedores hacia la implantación de un feroz gobierno fascista en Agua Grande. Por eso se empeña en forjar una nueva clase social que le sirva de base política. Una nueva clase social mediocre, mal preparada, y sin otra alternativa que apoyar y sostener, por propia conveniencia, el proyecto de Chabestia; pues esos mismos animales que, sin darse cuenta, son arrastrados al nuevo esquema social, están conscientes de que, fuera del aparato burocrático del Estado, no hallarán cabida en el mercado laboral.  ¿Cuál empresa, medianamente seria y responsable, va a querer contratar un personal que no posee una adecuada formación académica; y en compensación, sí posee una muy buena base de  ideologización política? Por lo tanto, querido amigo, me niego a apoyar cualquier iniciativa que no haga otra cosa sino copiar y por ende, apoyar, consciente o inconscientemente, la errada e inconveniente política educativa de Chabestia.
En la sala se hace un profundo silencio. Todos los presentes miran fijamente al maestro.
—Escucha Tató, yo estoy de acuerdo contigo en lo que afirmas en tus planteamientos —afirma Rocco del Pozo—. Pero es necesario que comprendas que éste no es el momento de plantear cambios tan radicales que conlleven un esfuerzo considerable en la campaña electoral y que desviarían la atención del electorado del aspecto principal que es la elección presidencial. Eso lo podríamos hacer después. Lo importante ahora es ganar las elecciones, alcanzar el poder.  Debemos evitar que el zorro Chabestia siga destruyendo a Agua Grande. Políticamente, lo que planteas, por muy necesario y beneficioso que sea, en este momento, es inconveniente de cara a las elecciones.  Eso sería darle al zorro Chabestia un cuchillo para nuestros cuellos. Eso no lo podemos ofrecer. Repito: políticamente no es inteligente. La primera cosa  que harían ellos, es acusarnos de sectarios, de elitistas. Como mínimo, nos acusarían de querer negar el acceso a la educación superior, a todos los animales de nuestra espesura. Con la capacidad que tienen los publicistas del gobierno de tergiversar todo lo que afirma la Oposición, ese aspecto, que es uno de sus más publicitados logros, se vería fuertemente respaldado por nuestra posición de rescatar la educación de su lamentable bajo nivel. En las actuales circunstancias, el común de nuestros animales, no piensa en el mañana ni en valores educativos. Sólo piensan en lo inmediato. Si les ofrecen becas, si les facilitan el acceso a esas instituciones de bajo nivel y mínimas exigencias académicas y encima les ofrecen alimentación y todo tipo de asistencia, ¿tú de verdad crees que ellos están dispuestos a perder esas ventajas? ¡En este momento ellos están pensando con el estómago!  Esos son los animales a quienes debemos tratar de atraer a nuestra posición.
   En este momento, a punto de comenzar a replicar los argumentos de su interlocutor, Tató se percata de que Lola, una joven y linda chimpancé levanta la mano para intervenir:
—Disculpe maestro Tató, pero no logro entender cómo puede Ud. mostrar desacuerdo frente a una política que ha permitido que un gran número de animales ingresen a la Escuela Superior en busca de un mejor futuro, en busca de una mejor oportunidad; y todavía logro entenderlo menos, cuando pienso en los beneficios que esta política, a todas luces beneficiosa, podría traer a nuestra jungla. ¿Podría Ud. explicarme su posición, por favor?
   El perro Tató observa con simpatía a la joven e inteligente chimpancé. Luego sonríe y  comienza a hablar lentamente:
—Permíteme, por favor, ejemplarizar con mi propia historia para tratar de explicar mi posición. Conmigo incluido, mi madre parió 15 cachorros. Somos 15 hermanos, hijos del mismo padre y de la misma madre. Todos nos hicimos adultos y formamos nuestras propias familias. Pero solo tres de nosotros nos preocupamos por estudiar. Sólo tres de nosotros estuvimos dispuestos a invertir, y oye bien cómo lo digo, ¡invertir!, un tercio de nuestras vidas en labrar una carrera, un futuro, como tú misma dices. ¿Los demás? ¡Bien, gracias! Y todos nosotros fuimos criados casi que en las mismas condiciones familiares y socioeconómicas. Pero sólo tres de 15 amábamos los libros, admirábamos el conocimiento, nos gustaba leer. Sólo tres de nosotros, sacrificamos la parranda, la vagancia, el bochinche y la desidia por los libros. Los demás prefirieron dejar pasar la vida y sus oportunidades a su lado sin hacerle mayor caso. Ellos prefirieron las fiestas, las parrandas y el bochinche a la responsabilidad de estudiar y prepararse para tener una vida medianamente decente y parcialmente libre de las vicisitudes de la pobreza. Al día de hoy, cuando ya son adultos y han comprendido ciertos aspectos de la vida, otros dos de mis hermanos se decidieron aprender una profesión. ¡Sólo dos más! Dos animales instruidos que, junto a los otros tres iniciales, formamos la maravillosa cifra de cinco animales, de un total de quince, con formación universitaria. Cinco animales, de un total de quince, más o menos preparados académicamente. ¡Aún estamos lejos del 50%!
Tató hace una pausa mientras mira a su pequeña nieta quien le sigue con mucha atención. Luego pregunta:
—Lola, ¿cuántos hermanos tienes?
—Somos siete hermanos.
— ¿A todos ellos les gustan los libros? ¿Todos ellos aman el conocimiento? ¿A todos ellos les interesa el devenir del mundo? ¿Todos ellos hacen preguntas vitales, trascendentales? ¿Todos tus hermanos están dispuestos al sacrificio que significa aprender una profesión universitaria? ¡Todos ellos están dispuestos a emprender una carrera que implica grandes esfuerzos y sacrificios? ¿A todos ellos les gusta leer, aprender cosas nuevas?
   La joven chimpancé, apenada, niega con la cabeza.  Tató continúa:
—El ingreso a la Escuela Superior y su permanencia en la misma no debe ser vista como una obra social. Una obra social es la ayuda a un determinado estudiante de escasos recursos, pero muy competente, para que culmine su carrera universitaria, y eso sólo si reúne las condiciones mínimas que justifiquen esa inversión. ¡Esa es una obra social! Pero el ingreso a la Escuela Superior y su permanencia en la misma, es una inversión y como tal debe ser tratada. Debemos asegurarnos que esa inversión produzca frutos para el bien de nuestra espesura y de la sociedad. También se deben ofrecer aquellas carreras que son necesarias para lograr un desarrollo sustentable. Todos nosotros no tenemos ni el ADN ni las condiciones mínimas para ir a la Escuela Superior. A ella sólo deben llegar los más aptos, los que tengan mejor actitud, los que se lo merezcan. Sobre todo, si esa Escuela Superior la pagamos y mantenemos nosotros los contribuyentes. Y el Estado debe establecer en sus planes nacionales, las carreras más importantes y prioritarias para el desarrollo social que deben ofrecer sus casas de estudios superiores. Debemos racionalizar los gastos de la educación superior. Debemos transformar lo que hoy llamamos “gastos” en “inversiones”.  ¿Necesitamos graduados especialistas en Meditación Profunda? ¿Para qué? ¿Para abultar innecesariamente la burocracia en nuestra Agua Grande y de esa manera asegurarnos una importante cuota de votos cautivos?
Una nueva pausa de Tató. Aparentemente, nadie tiene ganas de enfrentarse con la fuerza de sus argumentos. Al cabo de unos instantes, Tató sonríe a la joven al tiempo que le pregunta:
— ¿Qué estudias?
— ¡Administración de aduanas!
— ¿Cuántas aduanas hay en nuestra jungla?
—No conozco su número exacto, pero sé que son pocas.
—Te informo: tenemos dos aduanas aéreas principales, dos aduanas portuarias principales y tres aduanas terrestres. No sé si tenemos aduanas subalternas. Te recuerdo que no somos más que una “selva en vías de desarrollo”
— ¿Cuántos alumnos hay en tu curso?
— ¡Uf! ¡Un montón!
— ¿Cuántos?
—Un montón. No lo sé.  Y somos cuatro secciones de primer año.
— ¿Sabes tú cuántas, de las nuevas instituciones supuestamente superiores, ofrecen la carrera superior de Administración de Aduanas?
— ¡No!
— ¡Pues, que yo sepa, hasta ahora hay 10 institutos superiores que ofrecen esa carrera!
   La joven sonríe con ironía y cierta tristeza, al escuchar la información.  Tató prosigue:
—Les invito cordialmente a que leamos la letra pequeña de esta pequeña e inocente situación. Leamos la letra pequeña de este odioso contrato al que nos quieren encadenar Chabestia y su combo. La letra pequeña que muy pocos gustan de leer: supongamos que mañana, todos esos animales que hoy estudian Administración de Aduanas, se gradúan. ¡Y se van a graduar! ¡Que nos les quepa la menor duda! Pues, esa es la normativa que deben seguir esas nuevas instituciones superiores creadas por Chabestia: Todos deben egresar triunfantes de esas casas de estudios, para efectos de propaganda política que realce la figura de Chabestia.
Ahora Tató hace una pausa y bebe un sorbo de agua. Luego continúa:
—Ahora veamos el escenario que resulta de este hecho: Supongamos que el número de egresados sea de mil nuevos profesionales, expertos en Administración de Aduanas. ¿Cuál es la oferta de trabajo para esos nuevos mil profesionales? ¿Dónde están las fuentes de empleo capaces de absorber esa nueva camada de animales Administradores de Aduanas?
Ahora Tató guarda silencio y mira a la joven chimpancé a la cara. Luego, prosigue:
—La respuesta es obvia, ¿no? ¡Mil nuevos trabajadores que entran al mercado laboral! Mil nuevos trabajadores que se encuentran con la desagradable sorpresa de que  si quieren trabajar, deberán ajustarse al nuevo esquema político y lo que es peor: deberán apoyar y sostener el nuevo esquema político para poder seguir trabajando, para poder seguir comiendo. De allí el efecto devastador que logra Guacamole y su gobierno con las amenazas y coerciones que se ejercen soterradamente sobre los trabajadores y empleados públicos. ¡Por eso Guacamole ha ganado y ganará cuantas  elecciones haya en Agua Grande. ¡Allí está la verdadera y principal trampa electoral del gran líder neorevolucionario! ¡Mil nuevos animales que, para poder comer, ingresarán al enorme aparato burocrático de Agua Grande y que  harán de éste, una burocracia aún más grande!
En la sala se percibe el ruido atronador de un silencio absoluto. Tató sonríe con  tristeza al tiempo que se acerca a Lola y le pregunta:
— ¿Eso es lo que tú querías estudiar, Administración de Aduanas?
— ¡No!
— ¿Qué querías estudiar?
—Ingeniería de Caminos.
— ¿Por qué querías estudiar Ingeniería de Caminos
 —Mi sueño era llenar de carreteras y vías de comunicación nuestro bosque. Construir carreteras, puentes, mejorar las vías de comunicación para favorecer el desplazamiento y las comunicaciones  de los animales y el transporte de  cargas en nuestro bosque.
— ¿Por qué no estás estudiando lo que tú soñabas y querías para ti?
—Porque la oferta de cupos en la Escuela Superior de la Selva era muy baja y no logré quedar entre los primeros ochenta que podían ingresar en la carrera.
— ¿Qué lugar ocupaste?
—Quedé en el puesto 89.
— ¿Te gusta lo que estudias actualmente?
— ¡Ni pizca!
— ¿Te exige mucho esfuerzo?
— ¡No! ¡Para nada! De hecho estoy haciendo otros dos cursos por mi cuenta y en mi tiempo libre que es bastante.
— ¿Cuál es tu categoría?
—Estoy clasificada como categoría decaTAR
— ¿Cuál es la categoría de tu actual carrera?
—Esa es una carrera planificada para alumnos con grado de inteligencia miliTAR
—Con tu categoría de decaTAR, ¿por qué no quedaste en Ingeniería de Caminos?
— ¡Éramos 1460 aspirantes! ¡Quedé en el puesto 89!  –y añade con cierto orgullo:
—Por allí circuló un comentario según el cual todos los animales que ingresaron a la carrera de Ingeniería de Caminos poseen inteligencia de categoría hectoTAR.  Tal vez para Ud. no tenga mucha importancia, pero yo quedé por delante de unos cuantos con esa misma clasificación. Y eso me da mucho gusto –expresa la chimpancé con justificada vanidad.
—Sin menospreciar estas carreras como Administración de Aduanas, Medicina Integral y similares, ¿estarías de acuerdo en que los recursos que se le inyectan a carreras como Administración de Depósitos de Desechos Públicos, Planificación de Letrinas Comunitarias, Contraloría Social o similares, fuesen destinados a carreras más importantes, prioritarias y urgentes como Ingeniería de Caminos?
— ¡Por supuesto!
Tató sonríe y mira a su nieta. Luego, mirando otra vez a Lola, pregunta:
— ¿Entiendes ahora un poco mejor mi punto de vista?
— ¡Sí, por supuesto!
   Tina mira a su abuelo con una mirada llena de orgullo. Un joven lobo levanta la mano y al serle otorgado el derecho de palabra, exclama:
—Mi nombre es Jojoto Verde con categoría hectoTAR. Estudio tercer año de Medicina en la Escuela Superior de la Selva. Lo que acaba de afirmar nuestra compañera es completamente cierto. Uno de mis primos, también clasificado como hectoTar, fue uno de los pocos afortunados que lograron ingresar a la carrera de Ingeniería Vial y nos contó exactamente lo que la compañera Lola acaba de referirnos. Puedo añadir, con conocimiento de causa, que ha ocurrido en varias ocasiones, que a los estudiantes de Ingeniería los han desalojados de sus espacios de descanso y esparcimiento para meter allí a los cursantes de otras carreras como periodismo Comunitario, Contraloría Comunal, Educación Integral y otras más, con la peregrina excusa de que no hay aulas disponibles para ellos. En nuestro caso, aún no hemos padecido de situaciones como la que les conté, pero sí tenemos el problema de que cada vez tenemos menos disponibilidades presupuestarias. Hasta el año pasado, en las cátedras de Anatomía y Fisiología, disponíamos de 15 o 20 cuerpos de humanos en cada curso para hacer las disecciones y estudiar in situ los diversos aspectos que nos interesan. Hoy, hacemos el mismo trabajo pero con apenas dos o tres  cuerpos, pues la Escuela Superior de la Selva no tiene dinero para comprar más cuerpos para nuestras prácticas médicas. Dicen que para el año que viene, tendremos que realizar las mismas prácticas pero con láminas. Nos están negando los recursos financieros.  Quieren ahogar las Escuelas Superiores Independientes. Además, se escuchan comentarios acerca de que los estudiantes de Medicina Integral tienen todo el apoyo financiero que necesitan, pero su nivel académico es muy pobre. ¡Conozco a varios de esos estudiantes y cuando comparo nuestros niveles de conocimientos y de exigencias académicas con la de ellos, considero que esos son unos animales incompetentes! ¡No manejan las competencias mínimas que debe poseer todo médico al graduarse! Tengo entendido que algunos de sus profesores no son egresados superiores y no tienen la competencia mínima necesaria para impartir clases allí. A esos estudiantes no se les permite asistir a nuestras clases ni siquiera como oyentes. ¡Tal vez sea para que nadie se percate de su baja preparación y escasa competencia! De hecho, ningún estudiante que se precie, busca lograr plaza en ninguna de esas instituciones. Allí sólo ingresan “los desahuciados”.
El joven lobo, con el rostro encendido, regresa a su asiento.
—Obviamente –continúa el perro Tató–, están cambiando calidad por cantidad. Como el zorro Chabestia no ha podido controlar nuestras principales casas de estudios superiores, ha optado por la aniquilación de éstas, negándoles los recursos que por ley les corresponden. Anteriormente, con otros gobiernos, también se les regateaban los recursos financieros a las Instituciones Superiores Autónomas. Esta ha sido una práctica común en nuestro bosque. Todos los gobiernos han querido poner de rodillas a las Escuelas Superiores Independientes. ¡Todos! ¿La razón? ¡Nuestras Escuelas Superiores Autónomas nunca se han doblegado ante ningún gobierno, independientemente de su tinte o color político! Por fortuna, nuestras Instituciones Superiores Autónomas siempre han mantenido una posición crítica frente a los diferentes gobiernos y de cara a los intereses de Agua Grande. ¡Siempre han tenido que pagar por esa actitud de no sometimiento! ¡Pero nunca habían sufrido un estrangulamiento tan fuerte y acentuado, como en los actuales tiempos! ¡No hay dinero para esos centros de enseñanza e investigación, ni para los hospitales públicos, pero sí hay dinero, y muchísimo, para comprar armas, para regalar a otras selvas, para financiar a otros gobernantes de la misma calaña de Guacamole y para comprar conciencias!
 —Sin embargo, frente a estas cosas aún tenemos opciones para luchar –asegura Tató con firmeza–. Podemos y debemos ampliar el campo de opciones. Esto significa abrir otras posibilidades. Carreras técnicas, por ejemplo. Atractivas y necesarias carreras técnicas, con excelentes profesores. Con excelentes profesores e instructores vinculados al aparato productivo de nuestra Agua Grande. Necesitamos preparar mano de obra especializada, calificada, de cara a emprender, sin titubeos, el desarrollo de nuestra comarca, de nuestra comunidad. No necesitamos tantos Especialista Teóricos en Nada Útil y sí muchos investigadores, ingenieros, técnicos y tecnólogos que puedan ganarse la vida por sí mismo y que no necesiten convertirse en rémoras ni parásitos del Estado. Un inteligente técnico industrial es tan útil, o más, que un ingeniero y sobre todo muchísimo más valioso que un Inspector de letrinas Comunitarias o un Maestro Integral que a veces no sabe ni expresarse correctamente. Un buen técnico industrial puede lograr la misma independencia laboral y económica que un profesional superior. ¿Tenemos animales capaces de enfrentar esos retos y triunfar? ¡Por montones! ¡Sólo necesitan una oportunidad!  ¡Y esa oportunidad debe estar contemplada en un buen proyecto educativo! Sin fines solamente electoreros, sino pensando en el bienestar de nuestra Agua Grande y de nuestros animales.
   —Si vamos a presentar unas propuestas educativas cuya mayor virtud es la promesa de mejorar un sistema ya establecido, a sabiendas de que éste ya marcha mal encaminado, pues, mejor dejamos las cosas como están y se acaba el cuento. Si vamos a proponer unos cambios para que todo siga igual, pues, yo paso. No cuenten conmigo. La educación debe formar parte de la política educativa de una sociedad, pero nunca debe ser instrumento de la politiquería.
El loro Rocco del Pozo, hablando pausadamente dice:
   —Por favor Tató, no te cierres a seguir colaborando con nosotros en la elaboración de estas propuestas educativas. Llevaré tus observaciones al Comando de Campaña y se las haré llegar a la dirección de educación de nuestro candidato. Te comprendo perfectamente y en general estoy de acuerdo contigo. Nos veremos la próxima semana. ¿De acuerdo?


continuará.....