Comenzó el nuevo período escolar y al igual que ocurre al inicio de un nuevo año, es propicio el momento para formularse buenas y mejores intenciones. Es el momento de plantearse nuevos retos y creer, convencidos, que alcanzaremos las metas propuestas. Por lo que a LOS ESTUDIANTES de este país y a MIS ESTIMADOS ALUMNOS en particular le deseo el mayor de los éxitos. Ojalá logren alcanzar las metas propuestas y se hagan mejores hombres y mujeres. Que se hagan, cada vez más, mejores ciudadanos. Y por lo tanto logren convertirse en mejores seres humanos
¿Por qué siento la necesidad de exteriorizar estos sentimientos y deseos? En cualquier país medianamente decente, este hecho –el comienzo de un nuevo lapso escolar- debería ser un hecho normal, común y corriente. Pero, en esta Venezuela, inmersa en esta cosa que algunos llaman Socialismo del Siglo XXI, el éxito, y por ende, la superación del alumno venezolano, no está garantizada. Muy por el contrario, está seriamente amenazada. El éxito y desarrollo del joven venezolano está, en estos momentos sumamente comprometido de cara al porvenir.
¿Por qué pienso en forma tan negativa? Veamos: Si consideramos que la premisa de que “TODA SOCIEDAD MARCHA AL RITMO CON QUE MARCHA SU SISTEMA EDUCATIVO”, es cierta, entonces tendremos que concluir que nuestra nación marcha hacia atrás. Vivimos una profunda crisis de valores. Tal vez el origen de ésta crisis no se la podemos achacar al régimen actual o al sistema educativo vigente. Pero sí tendremos que “agradecerle” su deterioro alarmante y sostenido a este lamentable y triste gobierno. Con este SOCIALISMO DEL SIGLO XXI, lejos de visualizar un avance hacia el desarrollo, lo que se percibe es un deterioro en la calidad de la educación venezolana. Y como consecuencia de ello, un retroceso en la conformación de nuestra sociedad. Un sistema educativo basado en la mediocridad, no puede producir otro resultado que no sea hombres y mujeres mediocres. Un sistema educativo que no estimule “la consecución del logro”, que no valore el esfuerzo propio ni el trabajo propio, sólo sirve para fabricar hombres y mujeres mediatizados y acostumbrados al facilismo y la paternalismo de una persona o ente que le alimente, sostenga y cubra sus necesidades. Esto último cae como anillo al dedo a los intereses del actual régimen que impera en Venezuela. ¿No es esto lo que está ocurriendo hoy día en nuestro querido y maltratado país?
Recién acaba de finalizar el año escolar 2007-2008, y al igual que ha venido ocurriendo desde hace algunos años, el rendimiento académico de los alumnos cursantes, principalmente en primaria y educación media, es cada vez más bajo. La calidad académica de nuestros educandos es cada vez menos satisfactoria. La sobre protección a los alumnos, la exacerbada repetición de exámenes y actividades evaluativas, la disminución de los niveles requeridos para la aprobación así como la implantación de programas educativos no cónsonos con nuestra realidad, aunado a la escasez de recursos educativos, ha llevado irremediablemente a una disminución de la calidad de nuestros egresados.
Desde hace mucho tiempo, la educación en Venezuela vive y padece una serie de carencias tales como, recursos económicos insuficientes, deficientes planes de estudios, inadecuada preparación del personal docente, además de otros males; entre los cuales vale señalar una inadecuada visión de país por parte de nuestros políticos y dirigentes, los cuales, con muy pocas excepciones, no tienen claro el papel y la importancia de aspectos tan relevantes para una nación como son la salud y la educación de su población. Por lo que estamos cansados de ver a la hora de formular los presupuestos nacionales, los consabidos regateos para la salud y la educación. Mientras el presupuesto para la parte militar y policial eran y son intocables, así como cada vez más abundantes.
Ante el sombrío panorama que se nos presenta por delante, ¿qué podemos hacer? Bueno: lo mejor que se me ocurre para romper un círculo vicioso es atacarlo por su punto más débil. No estoy descubriendo el agua tibia. En este caso, me permito el abuso de hacer un llamado a los Padres y Representantes. Si queremos tratar de mejorar la situación, debemos involucrarnos en ella. Ya basta de dejarles a los docentes la mayor parte de la carga que significa la educación y formación de un niño o de un joven. En esta Venezuela actual, donde la vida de una persona importa muy poco; donde la ilegalidad, la corrupción y la delincuencia impera incluso a los más altos niveles del gobierno; donde la inseguridad personal y jurídicas se han adueñado de las calles y de la vida ciudadana; donde cada vez hay menos empresas privadas y por lo tanto menos fuentes de empleo; donde los egresados universitarios tienen que emigrar a otros lares en busca de oportunidades que su propio país les niega; donde se ha despilfarrado una ingente cantidad de dinero en un proyecto político para el cual no fue electo el actual régimen, - cosa que lo convierte en ilegítimo- ; donde la meritocracia ha sido sustituida por una militancia postrada, castrada y obediente; los docentes poco, muy poco, podemos hacer sin la ayuda, participación y compromiso de los Padres y Representantes.
Señor Padre y Representante: Si por desidia, negligencia, comodidad o cansancio o cualquiera otra excusa, permites que la actual situación se prolongue, entonces, no te quejes después. Si en vez de establecerle exigencias y responsabilidades a tu hijo o representado, permites que éste se arrope y beneficie –aparentemente- con las disposiciones que apañan y estimulan una conducta inconveniente que claramente atenta contra los intereses futuros de tu hijo o representado, entonces, no te lamentes después.
Recuerda que a un producto que va a competir en un mercado, se le debe sumar un valor agregado. No olvides que, ante la baja calidad de una materia prima, sólo el aporte de valor agregado genera demanda. Y cuando esta tragedia termine, cuando este huracán destructor pase, y llegue el tiempo de reconstrucción y consolidación de una nueva sociedad venezolana, el mérito de agregar valor tocará de nuevo a las puertas de nuestra sociedad. Y entonces, permíteme preguntarte: ¿Estará tu hijo o representado preparado para los nuevos roles que habrán de jugarse en la nueva Venezuela?
Excelente artículo.
ResponderEliminarMuy buen artículo. Reflexionador.
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